Mi familia y la Bella Durmiente cien años después El cuento favorito de María es La Bella Durmiente, y el tío |
Huerta, David: Las vías de la pasión: Un hombre cerca |
Huerta, David Revista Nexos Sección Libros, pág. 75 Junio de 1993 Las vías de la pasión: Un hombre cerca
Las narraciones de Un hombre cerca de Silvia Molina son ritos de pasaje. En cada una de ellas aparecen figuras de mujeres y figuras de hombres en diferentes etapas de la vida; esas figuras establecen un conflicto dramático: se mueven en el espacio de los sentimientos y dejan abierta una puerta o una ventana por la que puede moverse o mirarse la pasión. Esa pasión toma la forma de una crisis, al principio, y más tarde deja abierta la vía para la circulación de las emociones y los dolores del crecimiento. Con ello Silvia Molina sigue de cerca la estructura de los mitos de todos los tiempos; con una diferencia fundamental: los personajes de Molina se inscriben en un lugar y en una época específicos —el México de los últimos años. Esto los marca de un modo muy definido: luces y sombras de la clase media urbana de nuestro país, en ocasiones con raíces en provincia, que se extienden y se reproducen en los estilos de conducta y de pensamiento de todos los días en medio de la gran urbe. Silvia Molina ha encontrado en este espacio de relaciones sociales un venero literario a partir del cual hace fluir la originalidad de su inteligencia fabuladora. No me parece, sin embargo, que lo que a ella le interese principalmente sea la originalidad por sí misma, lo que le interesa es la pasión. Una pasión también definida, de contornos precisos y fascinantes: la pasión de las mujeres arrebatadas por los quebrantos de lo que crece, madura, toma forma y busca reproducirse: la vida misma. Los cuentos de Silvia Molina tratan, entonces, de la vida de las mujeres de la clase media mexicana urbana observadas y descritas cuidadosamente en un momento crucial de su proceso de maduración. Pero con esto no vamos más lejos de un esbozo o aproximación sociologizante o psicologista de estos cuentos, cuyo valor, insisto, está en su tratamiento de la pasión. Y más concretamente en las vías por medio de las cuales la pasión se vive y se manifiesta a la conciencia femenina, al cuerpo de las mujeres, a su inteligencia y a su sensibilidad. Esas vías están tomadas delicadamente, como planos de caminos que la narradora pone a contraluz: el brillo del lenguaje, en su caso un lenguaje sencillo, que no simple. Las vías de la pasión son recorridas en los cuentos de Un hombre cerca por los corazones, los cuerpos y las mentes femeninos: engaños, furia, rencor, despecho, abandono, tristeza, soledad, orfandad. Encuentro en la generalidad del proyecto literario de Silvia Molina una voluntad de referir minuciosamente los trayectos de una vida de mujer en la que se plasmen todas las vidas de mujeres posibles. Proyecto ambicioso y destinado, de antemano, a no ser nunca satisfecho; pero que da cuenta de la engañosa sencillez que anima su escritura: esa sencillez es el vértice frágil y poderoso, a la vez, en la que se sostienen las historias que nos ha venido contando en sus libros. Un hombre cerca confirma la validez y la consistencia del proyecto. No pude menos que recordar, aun antes de abrir el libro de Silvia Molina, ante la sola vista o lectura del título impreso en la portada, en esa línea de la Tierra baldía en la que alguien pregunta: ¿Quién es el tercero que camina a tu lado? Como se sabe, los explotadores de los deisertos árticos suelen sufrir alucinaciones en las que aparecen personas caminando al lado de sus compañeros. El "hombre cerca", sin embargo, en los relatos de Molina, no es ninguna alucinación: es la realidad simbólica y corporal de los hombres enfrentados a las mujeres; acechantes en sus vidas; necesarios y adversarios; términos de la confrontación y núcleos en los que se desencadenan los motivos de la piedad, la rabio o el deseo. La cercanía del hombre en estos relatos no es nada más un término de referencia: constituye el cuerpo vertebrado y sangrante de la otra mitad del mundo. Una mitad de mundo, casi sobra decirlo, que hay que entender para poder seguir viviendo. La cercanía de los hombres se convierte siempre en un desafío para las mujeres de estos relatos; ante ese desafío, la escritura funciona como un instrumento de disección, como un rayo para explotar los desiertos blancos en los que la pasión aparece y conmueve. El "hombre cerca" del libro de Silvia Molina toma, así, un lugar central y marginal a la vez: está a un lado de la mujer que explora el desierto ártico de su identidad extraviada; está en el centro de su búsqueda puesto que es ella misma, de mil modos. Entender esto en la contraluz sencilla y apasionada de la escritura de Silvia Molina vuelve su libro un objeto entrañable, un hecho que merece admiración y celebración.
Silvia Molina, Un hombre cerca (siete cuentos), Editorial CAl y Arena, México, 1992, 112 páginas. |